Trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso de manera crónica y progresiva. La EP se caracteriza por la pérdida de neuronas en la sustancia negra, zona donde se produce dopamina. Debido a la falta de este neurotransmisor se genera alteración en el control del movimiento, dando lugar a los síntomas motores típicos, como el temblor en reposo, rigidez o bradicinesia ademas de otros síntomas no motóricos. Dado que la edad media de aparición de la EP es de 65 años (aunque también esta presente en edades más tempranas) sumado al carácter degenerativo de la patología y la presencia de numerosas barreras conductuales y psicosociales como el sedentarismo, hacen que no se tenga mucha esperanza en la mejora de los síntomas.
Desde Forza creemos que es transcendental el trabajo de factores como la fuerza, la capacidad cardiorrespiratoria o el entrenamiento de la marcha (velocidad, frezzing, tareas duales, adquisición de estrategias ante posibles caídas) no solo durante las etapas más agudas del Parkinson, sino en los periodos On-Off en fases mas avanzadas de la enfermedad. Creemos en el fomento de un estilo de vida activo en este tipo de patologías neurodegenerativas, y proporcionamos los apoyos necesarios para promover el cambio conductual para ello.
“Comienzan a aparecer estudios sobre el efecto del ejercicio en la enfermedad de Parkinson que revelan un aumento del volumen de materia gris, aumento de los niveles séricos de factor neurotrófico, excitabilidad de la corteza motora y aumento de la unión de receptores dopaminérgicos D2. Asociando estos efectos con mejoras a nivel conductual y aunque no está claro si estos cambios neuroplásticos centrales alteran el proceso neurodegenerativo, si representan consecuencias muy positivas sobre la diferente sintomatología de la enfermedad.”
Revisión sistematizada de Terry Ellis and Lynn Rochester de 2018 “Mobilizing Parkinson’s Disease: The Future of Exercise”