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El ictus es una patología cerebrovascular producida por la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. La sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria y, como consecuencia, las neuronas no reciben oxígeno y se mueren. Esa disminución del flujo puede ser producido por el taponamiento u obstrucción de un vaso sanguíneo (Ictus isquémico) o por rotura del mismo (Ictus hemorrágico). Las señales y síntomas de un ictus pueden ser dolor de cabeza súbito, incapacidad de mover o de sentir un lado del cuerpo, problemas de comprensión o de habla, o pérdida de visión.
El objetivo de Forza durante la rehabilitación del ictus es la de alcanzar la máxima recuperación posible a través del reaprendizaje de las capacidades residuales, ademas de prevenir las posibles complicaciones secundarias.
Se requiere una práctica intensiva, específica y significativa para que se generalice el aprendizaje y se transfieran los nuevos cambios adquiridos a otros contextos funcionales.
Los estudios actuales están demostrando que no solo en las primeras etapas del ictus (etapas agudas) se consiguen cambios significativos en actividades como la función del miembro superior parético o la marcha tras un ictus.
“Altas dosis en las etapas crónicas del ictus son factibles y conducen a cambios clínicamente significativos, tanto en el deterioro como en la función del miembro superior.”
Ensayo clínico de Nick S. Ward, Fran Brander y Kate Kelly del 2018 con 224 sujetos.”Intensive upper limb neurorehabilitation in chronic stroke: outcomes from the Queen Square programme.”